Privacidad antes y después del COVID-19
Cuando la privacidad se encuentra con la pandemia parece que tiene las de perder. El bien común que supone erradicarla la deja un poco olvidada. La aplicación de los principios internacionales básicos de derechos humanos debería ser una constante a las interferencias en la privacidad relacionadas con el coronavirus.
La AEPD se posiciona sobre las aplicaciones del coronavirus: «no puede suponer una suspensión del derecho fundamental a la protección de datos personales».
Mientras el gobierno ha publicado en el BOE la aprobación del rastreo de los móviles para que lo analice el INE y así poder luchar mejor contra el coronavirus. Decisión que preocupa por la privacidad, por lo que el gobierno haga con este tipo de análisis, preocupa que no sean datos agregados y anonimizados, preocupa que se recoja otras informaciones. Son muchos los bulos que han corrido estos días diciendo que incluso se llegaba a la intervención y monitorización de todas las comunicaciones.
De lo que nadie se queja o parece que no se den cuenta es que hay multitud de empresas que recogen más info de nuestras apps de la que va a necesitar el gobierno para su análisis. Empresas que obtienen nuestra localización, historiales de navegación, hábitos como a qué hora nos despertamos y nos acostamos, las búsquedas que realizamos y la venden al mejor postor, y no precisamente para evitar la propagación del coronavirus. Es un problema que ya existía y que seguramente existirá.
En fin, en estos días parece que la tecnología para controlar el contagio está teniendo su momento de oro. Y es que es el principal objetivo, evitar la propagación. Uno de los problemas desde que se decretó el estado de alarma es poder evitar los desplazamientos no necesarios para contener los contagios para ello ya se cuentan con diferentes soluciones.
Una de las herramientas que más nos pueden ayudar en esta situación, sin ninguna duda, es poder tener un modelo analítico que anticipe la propagación del virus, tener información de lo que está sucediendo y los datos que hay actualmente no son suficientes, según explica Toni Camacho.