El principio de Pareto y las élites
El principio de Pareto en el ámbito de la política describe una población en la que aproximadamente el 20% ostentaba el 80% del poder político y la abundancia económica, mientras que el otro 80% de población, lo que Pareto denominó «las masas», tenía poca influencia política. Así sucede, en líneas generales, con el reparto de los bienes naturales y la riqueza mundial.
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La teoría de las élites
La proporción que describe Pareto en el reparto de las cosas es habitual y casi una constante. En política podemos remitirnos a la teoría de las élites, una teoría que explica que en todas las sociedades la dirección política, administrativa, militar, religiosa, económica y moral es ejercida por una minoría organizada.
Maquiavelo, Saint-Simon, Comte o Taine son claros exponentes que creían que las élites son las que tienen que gobernar la sociedad. Esas minorías dominantes tienen el control de la estructura social además de las conexiones adecuadas. Niall Ferguson desgrana esa relación entre redes y poder de manera clara y concisa en La Plaza y la Torre.
Ideología y el principio de Pareto
El principio de Pareto y su distribución 80/20 es contraria a la redistribución, por eso es contrario a los enunciados de Max Weber o Marx. Podríamos decir que encaja perfectamente con los partidos conservadores, o que los partidos progresistas y de izquierdas lo que proponen es combatir ese reparto elitista. Es más, esa simpatía de determinadas ideologías por el principio de Pareto queda patente en la relación de Pareto con el fascismo de Mussolini.
Como comentaba al principio, la ley de Pareto es más habitual de lo que parece. Si la visualizamos tenemos una gráfica con una larga cola – lo que es la ley de potencial – que podemos asociar – por ejemplo – con los usuarios de Twitter y sus seguidores, algo que se diferencia mucho de lo que viene a ser una distribución normal o campana de Gauss.
Esa diferencia ideológica se plasma en más ámbitos de los que podemos pensar. Reflexionar por un momento en la distribución de los partidos de izquierda y de la derecha. La derecha tiende a aglutinarse bajo una o pocas organizaciones, mientras que la izquierda, aunque busque las coaliciones, es un enjambre de partidos y asociaciones. Donde más se puso de manifiesto fue en la guerra civil. Mientras que en el bando franquista se unificó todo bajo el llamado movimiento, en el bando republicano las diferencias entre anarquistas, comunistas y socialistas fueron una de las causas de su derrota militar. Y si miramos más hacia el presente, solo hace falta observar todo lo que está ocurriendo con la coalición de izquierdas para las próximas elecciones en Andalucía. Muchos y mal avenidos.
Por qué todos son iguales
Según la teoría de las élites que comentaba al principio, el propio sistema democrático tiene las suyas. Los dirigentes políticos, los representantes. Estos surgidos desde la base de la sociedad ascienden y llegan a ser élites, dejando de ser ciudadanía corriente. Quizá por eso una de las quejas más habituales hacia los políticos es la de que “todos son iguales”. Parece que una vez ascienden al poder, dejan de ser lo que eran, dejan de pertenecer al 80% para pasar a pertenecer al 20% superior.
A muchos representantes de izquierda se les acusa de lo mismo. Que una vez llegan al poder se olvidan de sus orígenes. Quizá sea porque llegan a pertenecer a una élite y dejan de ser parte de ese 80% que representan. O tal vez sea porque una vez llegan al poder conocen de primera mano la realpolitik, es decir, que una vez llegan a gestionar y decidir en lo público deben hacerlo atendiendo a las circunstancias y no a sus principios ideológicos.
Sea como sea, la distribución del principio de Pareto nos influye en la percepción que tenemos de los políticos, que no de la política. Puede que el principio de Pareto sea una barrera insalvable para una sociedad más justa. Pero sin él, tampoco existiría la democracia y la pluralidad política.