Política y tecnología ¿Qué sociedad están definiendo?
La discusión sobre el control del discurso en las redes sociales sigue generando debate por lo que significa en cuanto a la relación política y tecnología. En este artículo publicado en Le Monde hacen una interesante reflexión sobre el tema:
«A pesar de todos sus defectos, las redes sociales “abiertas” siguen siendo un signo de buena salud democrática. Denunciar sus abusos es una cosa; querer controlar todas las formas de expresión popular es claramente otra.»
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Pero en general, para el binomio política y tecnología, Twitter es una pesadilla viviente. Es demasiado simplista, propenso a un discurso aplanado y a peleas prolongadas e inútiles. Está lleno de chistes, camarillas y facciones. Si pensamos en ello, se parece mucho a la vida real ¿no? No dejéis de leer a Charlie Warzel en The New York Times.
Esta necesidad de control por los gobiernos ¿Está haciendo que el sueño de un internet «abierto» esté muerto? Algunos países restringen y reemplazan el contenido al que se puede acceder online. ¿Nos dirigimos a un mundo de múltiples internets?
No son solo los gobiernos, parece que Gmail también modela una burbuja informativa en nuestro buzón. No todos los candidatos demócratas llegan por igual con sus boletines al buzón principal.
Y claro, con una acusación de este tipo la polémica está servida. No todos consideran que Gmail tiene sesgo a la hora de mostrar los mails de los candidatos demócratas. Algunos apuestan porque algunos equipos de marketing son mejores que otros y no por la intervención de la política y tecnología.
Todos estos intentos de modelar los contenidos que vemos con el objetivo de influenciarnos, pueden acabar derivando en diferentes reacciones por parte de la sociedad. En un estudio de Pew Research Center, Judith Donath definió dos escenarios hacia los que podría ir la sociedad para el 2030:
- Los desastres creados o instigados por la tecnología desencadenan la respuesta antigua – el giro hacia el autoritarismo impulsado por el miedo del público.
- La democracia post-capitalista prevalece. Se reconoce la justicia y la igualdad de oportunidades. La riqueza de la automatización se comparte entre toda la población. Las inversiones en educación fomentan el pensamiento crítico.
Este estudio va en la línea de las conclusiones del paper sobre deepfakes y compol de Cristian Vaccari y Andrew Chadwick de la Universidad de Loughborough.
Por último, si nos fijamos en la carrera demócrata a las presidenciales de 2020, vemos que la propuesta de Elisabeth Warren de segmentar las BigTech parece que se ha vuelto en un frente común.