Carlos Guadián

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Fantasmas digitales. La vida más allá de la muerte en el plano digital

Fantasmas digitales. La vida más allá de la muerte en el plano digital

A todos nos ha sorprendido en alguna ocasión volver a encontrarnos en Internet con los perfiles de alguien, más o menos cercano, que se ha muerto. Afortunadamente es un tema que con el tiempo se gestiona mejor y la herencia digital es algo que ya se tiene en cuenta a la hora de fallecer una persona. Incluso hay leyes como la ley de “últimas voluntades” en Cataluña que establece la figura del heredero digital.

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Lo que empieza a ser frecuente, no es encontrarnos esos perfiles de personas que ya no están entre nosotros. Ahora, lo que empieza a ser habitual es que se pueda encargar una réplica digital de esa persona. O al menos algo que lo simule.

Los llamados GriefBots o bots de duelo son un campo de desarrollo que está en alza.

Los llamados griefbots (literalmente robots de duelo) son chatbots –programas de ordenador basados en inteligencia artificial (IA) y capaces de conversar con los humanos– constituidos a partir de la “huella digital” que el ser querido ha dejado: todo un legado de publicaciones en redes sociales, vídeos, fotos, correos electrónicos y mensajes de texto que alimentan una red neuronal artificial.

El caso más conocido, al menos más reciente es el chatbot que Microsoft suspendió porque los resultados que obtenía eran “perturbadores”.

Y quién no ha tenido esa sensación perturbadora cuando al abrir un grupo de WhatsApp entre sus miembros todavía hay un amigo ya fallecido, o que al abrir Facebook te sigue apareciendo su página. Recordar lo que hablamos de la herramienta de My Heritage para revivir fotos antiguasPues imaginaros si encima es una simulación con la que poder interactuar.

Imagino que viene a ser como la sensación del valle inquietante. Sensación que tenemos cuando los robots se acercan en exceso a la apariencia y comportamiento de un ser humano real y causan una respuesta de rechazo.

Para imaginarnos lo que puede llegar a ser una simulación de una persona muerta podemos mirar el capítulo de Black Mirror “Be right back”.

El episodio cuenta la historia de Martha (Hayley Atwell), una joven cuyo novio Ash (Domhnall Gleeson) muere en un accidente automovilístico. Para afrontar el duelo de la pérdida decide utilizar una novedad tecnológica que le permite comunicarse con una inteligencia espiritual, para mandar mensajes al cielo.

O si queréis extenderos un poco más, e ir un poco más allá la serie Upload también os dará una visión de lo que puede llegar a ser morirse en lo digital.

En 2033, los humanos pueden «subirse» en una vida después de la muerte virtual de su elección. Cuando el programador de computadoras Nathan muere prematuramente, lo suben al costoso Lake View donde las posibilidades de vivir dependen del dinero para poder tener suficiente ancho de banda para poder disfrutar plenamente de la muerte digital.

Y es que como en la vida, la muerte digital, su calidad, su plenitud parece que dependerá de la cantidad de datos necesarios para hacer la simulación. Seguramente, a partir de los millennials en adelante, dentro de unos años ya tendrán suficientes datos para recrear todos los aspectos de una persona. Sus archivos – bueno, los archivos que pertenecen a las empresas – de Instagram, TikTok, WhatsApp, Facebook, Yotube, Twitch serán lo suficientemente grandes para darles vida después de la muerte. Pensarlo bien, esos grandes registros de nuestras vidas seguramente servirán para generar generosas nuevas líneas de negocio en un futuro.

Enfrentarnos a nuestra propia muerte puede ser un hecho traumático y lo cierto es que lo digital nos puede acercar a ella. Y no lo digo por el plano intelectual ?, lo digo en el aspecto físico. En 2017 Frank Kolkman realizó una simulación con realidad virtual para tener una sensación extracorpórea.

La tecnología digital ha inspirado nuevas formas de pensar sobre ciertos temas religiosos como la vida después de la muerte o la resurrección.

Eric Steinhart en el paper “Your Digital Afterlives” define tres teorías digitalistas sobre la vida después de la muerte:

  • Examina la captura de la personalidad, la carga del cuerpo y la promoción a niveles superiores de simulación. La serie Upload, que he mencionado antes es el perfecto ejemplo.
  • También examina la idea de que la propia realidad es, en última instancia, un sistema de cálculos que se superan a sí mismos. Desde ese punto de vista, tendrás infinitas vidas digitales en infinitos mundos digitales. En este punto os recomiendo el hilo que hice en Twitter sobre el libro “The Simulation Hypothesis”.
  • Por último examina los cuerpos sobrehumanos y los cuerpos infinitos. Pensar en la naturaleza en términos puramente computacionales tiene el potencial de cambiar radical y positivamente nuestra comprensión de la vida después de la muerte.

Si seguimos estirando del hilo, el objetivo final de todo esto es el transhumanismo. Poder descargar la mente en un ordenador, dotarlo de cualquier tipo de experiencia digital y evidentemente sin la necesidad de tener que apagarlo. En esta línea encontramos los posicionamientos de Raymond Kurzweil, al que Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Universidad de Málaga y experto en transhumanismo, encuentra algunas pegas.

Si la propuesta de Kurzweil fuera alguna vez realizable, cosa que personalmente dudo mucho, la integración completa de nuestra mente en una máquina haría improcedente la aplicación del concepto de especie biológica en ese contexto, puesto que los seres humanos dejarían de ser organismos vivos para convertirse en máquinas inteligentes. No sería, pues, una forma de sobrevivir, sino de eludir la mortalidad dejando de pertenecer al tipo de seres susceptibles de morir.

Finalmente decir que los transhumanistas lo que buscan es trascender. Sobre este punto, el libro “Transcendence – The Disinformation Encyclopedia of Transhumanism and the Singularity” de R.U. Sirius y Jay Cornell apunta una idea interesante:

La singularidad parecería prometer algunas de las cosas que la religión promete a la gente, que es la inmortalidad o la vida eterna en un lugar celestial que probablemente estaría en línea, aunque podría ser un entorno terrestre o espacial enormemente mejorado, etc. Así que la idea de una singularidad puede estar satisfaciendo ciertos tipos de sed de trascendencia de las contradicciones carnales que la religión ha encontrado.

Este tipo de trascendencia es la que buscaría el multimillonario ruso Dmitry Itskov combinando inmortalidad, espiritualidad y la tecnología.https://www.youtube-nocookie.com/embed/jBh6VbwDhII?start=10&rel=0&autoplay=0&showinfo=0&enablejsapi=0

Mientras tanto, evitar caer en la muerte digital, y con esto quiero decir que lo digital no sea toda vuestra vida.

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