¿El fin de la pandemia es el fin del teletrabajo?
Poco a poco nos van llegando noticias de la vuelta masiva a las oficinas y de niveles de ocupación del transporte público similares a antes de la pandemia. ¿Dónde está todo ese teletrabajo que había llegado para quedarse?
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Soy consciente que cada empresa y cada trabajador son un mundo diferente, con sus propias necesidades. Pero también es cierto que una vez pasado el tiempo de excepcionalidad (o casi) los directivos de empresas grandes y pequeñas han vuelto a hacer un reset en la manera de gestionar sus equipos, para volver a instalar en sus cabezas la versión previa a la COVID-19.
La mayoría de personas con las que he podido hablar prefieren en su mayoría la modalidad de teletrabajo o un modelo mixto que les permita seguir teniendo contacto con los equipos. Pero también me han comentado, la mayoría, que en sus respectivas empresas el retorno a las oficinas es un hecho inevitable.
Teletrabajo = situación pandémica
Víctor Almonacid en Nosoloaytos habla precisamente de esta situación y de como se está produciendo en la Generalitat Valenciana. Víctor ilustra claramente que para muchos la asociación final de la pandemia y final del treletrabajo es un todo por el que muchos se sienten ufanos de ganar una partida a los partidarios de poder trabajar en remoto.
Aunque como él dice, en una sociedad que tiene por la mano la administración electrónica, en unas empresas que aunque se esté sentado uno junto a otro se hace todo en remoto (no os ha pasado que vuestra compañero/a de al lado para deciros algo os envía un mail). Es decir, muchas empresas son fans de la presencialidad, pero del trabajo en remoto, como si el hecho de que no estuvieran sentados en una oficina en la que controlan cuando entran y salen, no diera validez a un trabajo realizado por objetivos, un trabajo más flexible y conciliador.
Es cierto que cierto tipo de trabajos requiere presencialidad. No lo voy a discutir. Pero encontrar modelos mixtos en los que el peso del trabajo a distancia fuera mayor sería deseable por muchos motivos:
- La conciliación familiar
- Sostenibilidad
- Menos estrés
- Flexibilidad
- Posibilidad de contar con profesionales cualificados más allá de la cercanía territorial
- Por lo tanto, poder llevar la implantación de cierto tipo de empresas por todo el territorio (igual ayudaría a que no hubiera tanta España Vaciada)
La mayoría de estos motivos están derivados de un único hecho, el desplazamiento que se ha de realizar para desarrollar el trabajo en un sitio determinado. Unas horas de desplazamiento a la semana que se le quitan a la familia, a actividades de ocio, de formación. Unos desplazamientos que van en contra del medio ambiente (aunque sean en transporte público) y que provocan estrés por motivos tan recurrentes como los retrasos, los embotellamientos o los roces con el que no ha dormido lo suficiente y lo paga con el primero que se le ocurre mirarle.
No todo está perdido
Pero no todo está perdido. El 34% de los directivos en España dice que optará por contratar profesionales en remoto (hay un 66% que no). Parece que solo un 10% de los empleados teletrabajará pese a los beneficios que la mayoría han experimentado. Y esto parece que está provocando que haya profesionales que se estén planteando cambiar de empresa debido a que no quieren volver a una rutina que les obliga a una presencialidad que para su día a día en poco eficaz, poco atractiva.
Soy del parecer que aquellos puestos de trabajo que se han podido desarrollar durante la época más dura de la pandemia (léase el confinamiento) deberían ofrecer la posibilidad a sus trabajadoras/es poder seguir haciendo su desempeño en remoto. Un trabajo en remoto que podría combinarse con modelos mixtos que vayan más allá de uno o dos días por semana.