Efecto Streisand: viralidad a costa de un intento de censura
El efecto Streisand es un viejo conocido de todo Boomer digital que se precie. Allá por el inicio de los blogs era habitual recurrir a esta etiqueta cuando explotaba informativamente algo que intentaba ser censurado.
El efecto Streisand es un fenómeno en el que un intento de censura o encubrimiento de cierta información fracasa o es contraproducente, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada o reconocida, de modo que recibe mayor visibilidad de la que hubiera tenido si no se la hubiese pretendido acallar
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El origen
El término debe su nombre a un incidente ocurrido en 2003 con la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand, que denunció al fotógrafo Kenneth Adelman y la página de fotografías pictopia.com, exigiendo 50 millones de dólares en compensación por daños. Streisand intentó que se retirase de Internet la fotografía aérea de una publicidad que contenía imágenes de la costa de California, alegando su derecho a la privacidad, pues en dicha fotografía aparecía el primer plano de su casa en Malibú. Por su parte, el fotógrafo Adelman argumentó que se dedicaba a fotografiar las propiedades en primera línea de playa para documentar la erosión del mar sobre la costa de California.
El periódico San Jose Mercury News advirtió poco después que aquella imagen se había hecho sumamente popular en Internet: la imagen original había sido descargada apenas seis veces antes de la demanda, pero cuando se divulgó la acción judicial empezada por Streisand hubo hasta 420.000 descargas de esa misma imagen en un mes, sin contar las ocasiones en que la misma foto fue compartida fuera del sitio web pictopia.com. Con su intento de censura, Barbra Streisand consiguió que una información en un primer momento intrascendente acabase obteniendo una gran repercusión mediática no deseada por la actriz.
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Un ejemplo más cercano: La portada del jueves con los entonces príncipes de España “copulando”
En 2007 el secuestro de la revista “El Jueves” ordenado por el juez del Olmo provocó una campaña de publicidad gratuita jamás soñada por sus editores.
Los ejemplares de ese número se acabaron en los quioscos y la decisión provocó un gran tsunami informativo en el ámbito internacional.
La revista incautada, de carácter satírico, con voces a favor y en contra, se encontró con la mejor campaña de márqueting que hubieran podido desear, y además gratis.
Seguro que entre los lectores habituales no hubiera producido ningún efecto negativo hacia el futuro rey, al menos, no más del que ya tenían en ese momento. Pero lo que sí consiguió que lectores no usuales movidos por el morbo tuvieran acceso a una portada que de otro modo no hubieran visto.
El efecto Streisand en comunicación política
En este ámbito tenemos muchos ejemplos. Para muchos aún es factible poner puertas al campo y se piensan que en lo digital es posible retirar algo sin que nadie se dé cuenta. Fotos comprometidas, críticas inesperadas, situaciones incómodas, vídeos inoportunos y toda una lista de contenidos que para generarlos solo hace falta un clic en la pantalla del móvil y otro clic para compartirlo.
La respuesta de Rajoy a un estudiante de 15 años que le preguntaba por el programa electoral, o su “viva el vino” fueron bien conocidos. Las fotos de las hijas de Zapatero también dieron que hablar y mucho.
El efecto Streisand sería lo contrario a la cultura de la cancelación y si los equipos de comunicación de un candidato lo saben aprovechar pueden conseguir resultados espectaculares. En 2019 Santiago Abascal consiguió un share de pantalla del 24% en el Hormiguero ante la expectativa que se censurara su participación en el hormiguero, por aquello del cordón sanitario. Algo parecido ya había ocurrido antes con Podemos y Pablo Iglesias en 2014, todos los esfuerzos por hacer parecer peligrosos a los morados e intentar evitar que se les diera publicidad, les dieron alas para conseguir mejores resultados.
Lo que parece cierto es que a determinadas personalidades, cuanto más se les intenta callar, más logros consiguen posteriormente. Ada Colau es otro buen ejemplo. En su etapa anterior a la política institucional, que TVE cancelara una entrevista suya como portavoz de la plataforma de afectados por la hipoteca supuso un buen empujón mediático para ella.
En política, la clave es saber gestionar el efecto Streisand. Saber provocarlo o contenerlo, esa es la cuestión.