El dilema de prohibir el uso de las redes sociales a los menores: “Las leyes por sí solas no bastan”

“Redes sociales y menores” es un tema clave que exige atención para garantizar su uso seguro y responsable. Australia ya tiene la ley más estricta del mundo y prohíbe su uso a menores de 16 años. Pero España se acerca en rigor y los expertos subrayan el rol vital para luchar contra este problema de padres y educadores, además de la responsabilidad incuestionable de las tecnológicas
La australiana Kirra Pendergast es educadora en seguridad digital desde hace tres décadas. Víctima de acoso en internet, a los 43 años decidió inspirarse en esta mala experiencia para montar Safe on Social, una consultora que asesora a gobiernos y empresas con oficinas en Sídney, Nueva York, Florencia, Londres y Nueva York.
«Mi postura ha evolucionado», reconoce. «Me puse a revisar 300 estudios de control que hemos realizado en escuelas por todo el mundo y comprobé que se estaba produciendo un rápido deterioro del comportamiento de los alumnos, algo que viví en mis propias carnes».
Esta estudiosa del lado oscuro del social media, que conoce muy bien cómo funcionan los depredadores de la Red, el bullying y la sextorsión, estaba en contra de la prohibición del uso de las redes en menores de 16 años, pero ahora la defiende sin dudarlo. La semana pasada su país aprobó esta medida con una ley pionera que hace que Australia sea la democracia más contundente en la regulación sobre redes y menores de edad.
Según sus legisladores, TikTok, Facebook, Snapchat, Reddit, X (antes Twitter) e Instagram deberán impedir la creación de cuentas por parte de chavales menores de 16. Y no sólo eso: un incumplimiento de las tecnológicas al respecto puede dar lugar a multas que, al cambio, podrían alcanzar los 30 millones de euros.
¿Qué hizo que Kirra Pendergast cambiara de opinión? Además de sus estudios, el factor determinante fue lo sucedido en una charla que impartió en un colegio a alumnos de 12 y 13 años hace unos meses. A los pocos minutos de empezar su ponencia, Perdegast hizo mención al caso de a unas chicas que habían sido acosadas en redes. Fue entonces cuando un grupo de chavales presentes empezó a insultar a las víctimas con frases machistas que utilizan los influencers misóginos más influyentes. Sus profesores intentaron hacerlos callar, pero entonces una adolescente que estaba en primera fila se convirtió en otra metralleta de insultos y blasfemias. Todo fue un caos. La charla tuvo que cancelarse y Perdegast abandonó el aula llorando.
«Aquel comportamiento estaba directamente relacionado con los influencers tóxicos que seguían en redes los chicos del colegio», dice la australiana. «Las evidencias que encontré eran abrumadoras».
La nueva ley australiana, el informe de expertos aprobado ayer por el Consejo de Ministros del Gobierno de España con un centenar de medidas para proteger a los menores de los riesgos del entorno digital o la presión del Senado de EEUU contra las tecnológicas son algunos de los últimos ejemplos de la preocupación global por el impacto nocivo de las redes en los más jóvenes. Todos los países están buscando una solución.
¿Cómo debe ser abordado este problema que incluso ya es definido como una crisis de salud pública? ¿España se acerca o se aleja de la contundencia mostrada de Australia? ¿Tienen las tecnológicas la culpa de todos los males digitales de nuestros hijos?
«Aunque la prohibición no es una solución perfecta, es un primer paso valiente para que las empresas tecnológicas rindan cuentas», opina Pendergast. «En un mundo en el que Australia tiene una influencia limitada sobre leyes internacionales, esta legislación nueva es una forma de tomar el control y garantizar que nuestros hijos estén protegidos».
Lo cierto es que España está mucho más cerca de Australia en este campo de lo que muchos imaginan. En realidad, la ley antipantallas que el Gobierno aprobó el pasado junio en Consejo de Ministros -aunque todavía no ha sido aprobada por el Parlamento- es bastante parecida en su contenido. En ella se eleva de 14 a 16 años la edad mínima para que un menor se pueda abrir una cuenta en redes sociales sin el consentimiento de sus padres.
La denominada Ley Orgánica de Protección de los Menores en los Entornos Digitales no habla expresamente de prohibición por debajo de esa edad, sino que llega al veto de forma indirecta, al elevar hasta los 16 años la edad mínima para el tratamiento de los datos personales de los menores. La lógica es que, si Instagram, TikTok o Facebook no pueden tratar sus datos, tampoco podrán, en consecuencia, abrir una cuenta a los menores si no cuentan con una autorización paterna.
“Aunque la prohibición no es una solución perfecta, es un primer paso valiente para que las empresas tecnológicas rindan cuentas”
La norma australiana es más sencilla y directa. La propuesta española conllevará también una modificación de la Ley de Protección de Datos Personales, que ahora dice en su artículo 7 que «el tratamiento de los datos personales de un menor únicamente podrá fundarse en su consentimiento cuando sea mayor de 14 años» y que, por debajo de esa edad, el padre, la madre o tutor tendrá que autorizarlo.
La dureza y la prohibición son un paso importante, pero para algunos expertos no conviene verlo como la panacea. «Para mí la prohibición es aparcar el problema, no solucionarlo», dice Ofelia Tejerina, abogada y presidenta de la Asociación de Internautas. «Lo que urge es educar a los chicos para el buen uso de la tecnología, no hacer como si esta no existiera. Si no se impone obligatoriamente una asignatura desde edades tempranas que explique todo el contenido de este informe de expertos a los chavales no se va a conseguir nada a medio y corto plazo. Prohibir no soluciona por arte de magia este problema que tenemos por no haber sido capaces de adecuar el sistema educativo, como demandamos algunos desde hace 15 años».
Esta responsabilidad compartida también la defiende Carlos Guadián, experto en redes y consultor de Transformación Digital en la consultora Autoritas. «El entorno de los niños es importantísimo: los padres tienen que darles ejemplo con su propio comportamiento en redes. El problema es que muchos aún no son conscientes del peligro que existe o no tienen las técnicas adecuadas para un uso correcto y de control de la tecnología».
De lo que no hay duda es que unas medidas más duras hacen que el debate aparezca en la plaza de la opinión pública y que cada vez más padres y madres muestren preocupación por el tema.
Como sucedió con la ley seca que prohibió la venta de alcohol en EEUU en la época de Al Capone, las prohibiciones en internet siempre tienen agujeros. «Cuando doy una charla en las escuela siempre pregunto a los chavales cuántas cuentas tienen de una determinada red y la mayoría tiene dos e incluso tres», dice Guadián. «Una que es supervisada por los padres y las otras que son manejadas a su antojo y sin control».
Los expertos consideran que la pedagogía es imprescindible. «Las leyes por sí solas nunca serán suficientes», reconoce Kirra Perdegast. «La regulación debe ir acompañada por una educación sólida e imparcial para dotar a niños y padres de armas eficaces frente a los nuevos desafíos, como los vídeos fake generados por IA, los chatbots manipuladores y los algoritmos en constante evolución». Para eso es muy importante el papel de control de las plataformas, que parecen haber reaccionado no por iniciativa propia, sino por la presión de muchos gobiernos.
Se acabaron las bromas. Sobre ellas ya pesan pruebas concluyentes: las redes sociales tienen consecuencias negativas en niños que están formándose y estas empresas conocían muchos de los peligros. A principios de año, el Senado de EEUU citó a los grandes capos de las plataformas. Y no pasaron un buen rato. Mark Zuckerberg, consejero delegado de Meta (compañía matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp); Linda Yaccarino, de X; Shou Zi Chew, de TikTok; Jason Citron, de Discor, y Evan Spiegel, de Snap, fueron sometidos a un interrogatorio por parte de los políticos. «Ustedes y sus empresas, sabemos que no es esa su intención, pero tienen las manos manchadas de sangre. Hacen un producto que mata gente», declaró ante los magnates un senador republicano.
Estas respuestas de los gobiernos y la presión de los votantes abren un nuevo escenario. Y las empresas lo saben. La última de sus contramedidas la anunció TikTok recientemente. La red social china va a implementar restricciones en el uso de los filtros de belleza a los menores de 18 años, tras reconocer que este tipo de herramientas incluidas en su servicio puede tener un impacto negativo en la imagen que tienen de sí mismos los adolescentes.
Unos efectos perniciosos detectados que desde hace años cuentan con el aval de la ciencia La última prueba es un estudio publicado en octubre en la revista Nature, que señala que el 20% de los usuarios de entre 12 y 18 años que pasan más de dos horas en TikTok aseguran que, al desconectarse, su sentimiento predominante es una menor autoestima y mayores niveles de estrés.
El Gobierno español está trabajando en un modelo de verificación dentro de la llamada Cartera Digital
Otro gran problema de las leyes ambiciosas es su aplicación efectiva. Todo esto exige que las redes sociales colaboren más de lo que lo hacen ahora y establezcan sistemas efectivos de verificación. De no ser así, las medidas serán meramente testimoniales.
Por eso hay que dar un salto en eficacia y seguridad tecnológicas. El Reglamento Europeo de Servicios Digitales ) insta a poner herramientas para comprobar la edad de los usuarios antes de que accedan al servicio. En ese sentido, el Gobierno español está trabajando en un modelo de verificación dentro de la llamada Cartera Digital, si bien este suscita dudas de privacidad porque obliga a instalar una aplicación en el móvil en la que se debe poner el DNI.
«Tenemos que tener mucho cuidado con eso», alerta Tejerina. «La identificación de menores puede suponer un riesgo mayor para el niño». La abogada dice que hasta el momento las plataformas no han demostrado ser honorables con el poder adquirido de los datos que durante años han acumulado. «Hablamos de información muy sensible y siempre hay un riesgo de hackeo o de uso ilícito».
Aunque haya divergencias sobre cómo aplicar las medidas de protección, nadie discute que el tiempo corre en contra y que hay que actuar. «Los críticos dicen que nuestra ley es precipitada», dice Kirra Pendergast. «Pues yo creo que llevamos 18 años de retraso. He sido testigo del efecto devastador del daño digital desde los tiempos del MSN Messenger y puedo dar fe de que las redes son cada vez más inseguras para los menores».
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Medio: El Mundo