El ostracismo digital de Trump
Imagina que juegas con cuatro o cinco personas más al juego de la pelota. Pero a ti casi nunca te la pasan. La pelota va de mano en mano, frente a ti, ante un enfado cada vez mayor por tu parte. Eso es lo que se denomina sentimiento de ostracismo.
Además de la percepción del jugador/a de pelota, también existen estudios científicos que muestran como ese ostracismo frustra necesidades sociales fundamentales como la pertenencia y la autoestima. Tal como indican Wolf, Levordashka, Ruff et al., un breve episodio de ostracismo es suficiente para activar las regiones del dolor en el cerebro, deteriorar la autorregulación, aumentar la susceptibilidad social o aumentar la sensibilidad a las emociones. Nada bueno, obviamente.
Estos mismos autores se preguntaron en el estudio de 2014 “Ostracism Online: A social media ostracism paradigm” cómo funcionaría ese ostracismo en la red. Es por ello que diseñaron un experimento donde a algunas personas se les introduciría en una conversación de grupo. A un tercio de los participantes se les ignoró, para ver cómo respondían en una encuesta posterior. Los resultados fueron espectaculares: todos los indicadores respecto a autoestima, pertenencia, estado de ánimo alegre y autocontrol disminuían de forma clarísima, mientras aumentaba alarmantemente la hostilidad hacia el resto de participantes.
Ahora imaginemos un líder mundial como Donald Trump, que ha hecho de la desintermediación su modo de comunicarse con el mundo. Él solo se comunicaba por Twitter, constantemente, como fuente de difusión a su público, así como ataque a la propia prensa, a la que acusaba de no ser neutral. Esta desintermediación, que rompe la tradicional simbiosis entre política y medios, se puede dar en la actualidad solo en contados casos, con algunos grandes influencers como él. Es complicado lograr no solo sortear a los medios sino aún más que éstos usen las redes sociales (los tuits, por ejemplo) como fuente para hacer noticias (lo que deja la desintermediación a medias, si lo pensamos). Hoy en día, los medios de comunicación siguen siendo básicos para comunicar y conseguir notoriedad. Trump, sin embargo, no los necesitaba apelar directamente, ni enviarles cosas. Le bastaba un tuit para que ellos se hicieran eco de sus ideas y mensajes.
Pero ocurrió lo impensable. A Donald Trump lo echaron de las redes sociales. Su mundo comunicativo dejó de existir tal y como era, y tal y como le reportaba éxito y visibilidad, tanto con sus admiradores/as como con la prensa.
Eso no significa que sus redes hayan dejado de existir. De hecho, como indicaba Carlos Guadián en CluPad, su Facebook se ha convertido en un nido de seguidores y detractores que siguen dando vida a su página aunque él esté vetado en dicha red social.
Trump ha tardado, pero finalmente ha intentado volver a buscar un canal donde comunicarse con la gente en redes, en su propia página web. Un mensaje pop-up, tremendamente molesto y que aparece en cada interacción con su página, es la carta de presentación de «From the desk», el nuevo espacio web del expresidente estadounidense Donald Trump, que se presentó como una gran novedad, pero que, la verdad, no deja de ser un miniblog, dentro de la ya existente web de Trump, donde poner tuits largos, los cuales -obviamente- tiene prohibido publicar en sus redes sociales.
Además, ha ido empeorando. Como indica Carlos Guadián, tras su anuncio de querer poner en marcha su propia red social solo llegó a presentar un blog al que le han quitado la capacidad de comentar a los usuarios. Y la noticia es que tras una publicación en la que sigue insistiendo en el fraude electoral, la web se cayó al no aguantar el tráfico generado.
En su primera semana de vida «From the desk» ha tenido más de 212.000 interacciones, una cifra envidiable. Aunque esas interacciones son solo en una dirección. Se permite compartir los contenidos, pero como no se puede comentar. Cómo indica Peter Loge, profesor asociado de la Universidad George Washington «Trump solo está gritando al vacío. No está dejando que nadie le grite. Gritar a la gente es una forma menos efectiva de mantener el estatus de celebridad y seguir vendiendo nueva mercancía que encontrar formas de crear la ilusión de interacción».
Trump ha pasado de ser una estrella de las redes sociales, a ser condenado al ostracismo digital y finalmente a montar su propia tribuna en la que nadie le puede decir absolutamente nada.
Ese ostracismo en las redes “tradicionales” parece que también le está significando menos visibilidad y una mayor hostilidad en sus mensajes. Y esto último es, exactamente, lo que sucedía en el estudio académico antes citado. Veremos cómo consigue de nuevo tener notoriedad, pero es complicado cuando su notoriedad era a través de esas redes. Es la primera prueba real de la importancia de Twitter para la comunicación y la visibilidad de un influencer político. Porque si te haces influencer solo en una red, tal vez te conviertes en nada sin ella.
Este artículo ha sido publicado originalmente en Beers & Politics y se ha escrito a cuatro manos:
Xavier Peytibi es Politólogo. Consultor de comunicación política en Ideograma. Profesor en diferentes masters. Autor de xavierpeytibi.com (@xpeytibi)
Carlos Guadián es consultor de comunicación. Autor de la newsletter CluPad (@carlosguadian)