¡Cuidado! Las redes sociales dividen y no crean comunidad
Mark Granovetter en una entrevista realizada por Lluís Amiguet en La Vanguardia asegura que «las redes sociales comunican sin crear comunidad». A raíz de esta afirmación me pregunto si la comunicación genera comunidad o si puede existir una comunidad sin comunicación. La verdad es que veo difícil la existencia de una cosa sin la otra, ya que la simbiosis entre ambas es un hecho.
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Índice de contenidos
Comunidad
Una comunidad es un grupo con elementos comunes como el idioma, los valores o las costumbres. Estos elementos comunes generan una identidad que hace que las personas que la componen se diferencien de otras comunidades.
Los enlaces débiles y las comunidades
Granovetter es conocido por su teoría de los enlaces débiles, aquellos que proporcionarán la posibilidad de que la información, la conversación, pueda fluir bidireccionalmente entre comunidades. Él pone siempre el ejemplo de la búsqueda de empleo. Asegura que normalmente nos llegará una oferta de trabajo mediante conocidos o colegas y no por familiares o amigos con los que compartimos enlaces más fuertes.
Los vínculos débiles son los que van a permitir que entre nueva información en nuestro entorno, los que van a hacer de puente con otros grupos, de ahí que es más probable que una oferta laboral nos llegue por esta vía.
Son, precisamente, este tipo de vínculos los que nos van a permitir generar comunidades afines a un tema concreto. Van a ser la vía por la que transmitir elementos con los que otras personas se puedan identificar.
Hace unos años, esas comunidades, si no se producían por medio epistolar, tenían que producirse en entornos cercanos, lo que dificultaba mucho su constitución. Hoy en día, gracias a Internet, podemos romper barreras geográficas y temporales, propiciando que cualquiera pueda sentirse parte de una comunidad, por muy dispar que esta pueda ser. Por lo tanto, esos vínculos débiles generados en redes en torno a una especialidad dan sentido de comunidad, haciendo fluir la comunicación entre pares.
Comunicación y comunidad
Siendo un poco abuelo cebolleta y recordando el nacimiento de la blogosfera hará unos veinte años, tengo que decir que las redes que se generaban en ese momento, generaban comunidad. Permitían el agrupamiento de los blogs en agregadores, siendo estos, puntos de encuentro intelectual e ideológico para los usuarios. Se generaba conversación y hacían de cadena de transmisión de las informaciones difundidas por los mass media, permitiendo que estas se asentaran de manera diferente en la sociedad.
Ese flujo de información, esa conversación, era la que permitía la confrontación de la información. La afinidad a un tema, a un interés, no tenía por norma que todo el mundo tuviera la misma opinión. Esas conversaciones en torno a la política, la tecnología o cualquier otro tema tenían puntos de vista diferentes. Ese espacio de encuentro, esa ágora, era precisamente lo que constituía la comunidad.
Actualmente, hay todo tipo de metodologías y recomendaciones para hacer una comunicación efectiva con comunidades. La mayoría inciden en puntos como que hay que utilizar el canal correcto, definir los roles, los mensajes, ser participativo, inclusivo, transparente, dar respuesta y por supuesto ser adaptativo. Por lo tanto, ya dan por hecho que la comunidad existe y que las redes facilitan la comunicación. Y pese a que también hay mucha literatura respecto de la construcción de comunidades mediante la comunicación, queda mucho por hacer.
Un 2.0 que ya no es 2.0
La web 2.0 creó todo un mundo digital. El etiquetado, los blogs, los prosumers, la larga cola, el beta permanente, los wikis o el RSS se convirtieron en parte de nuestra jerga. Si escucháis a alguien decir alguna de estas cosas, es que viene de esa época y ya es un poco boomer.
La web 2.0, las redes sociales ya no son lo que eran. Los bots, las fake news y el clickbaiting entre otros, han arrasado con todo. Antes entrabas en Twitter o Facebook y veías a tus amigos, familia y conocidos. Pero el afán de muchos por cazar followers y convertirse en lo que ahora llamamos influencers desvirtuó el entorno. Parte de la culpa también hay que achacarla a los algoritmos que nos encierran en burbujas de las que nos es difícil poder escapar. Burbujas en las que si se comunica algo, nos devuelve lo mismo una y otra vez, incluso distorsionado como en una cámara eco. Cámaras de las que es muy difícil que entre o salga algo nuevo.
Es en este punto es donde Granovetter apunta que las redes sociales nos dividen, ya que comunican, pero no crean comunidad. Su razón es la apuntada anteriormente, «nos permiten recluirnos en una cámara dónde todo el mundo tiene la misma opinión, la nuestra».
Los enlaces fuertes y cómo pinchar la burbuja
Los enlaces o vínculos fuertes, según Granovetter, implican vínculos emocionales, de confianza y de reciprocidad. Requieren más tiempo y energía para mantenerse que los débiles. Implican confianza, por lo que pueden influir en las personas, ofrecen apoyo y normalmente tienen más disponibilidad.
Pensemos en los sistemas de recomendaciones actuales, permiten que un anuncio sobre una marca o un producto llegue y se consolide si este llega recomendado por un conocido o amigo. Con las ideas y con la información, pasa exactamente lo mismo. Es una cuestión de confianza. Los contactos fuertes son los que van a influir.
La confianza era algo que tenían que generar las redes. Mediante la desintermediación debían permitir que políticos, empresarios, personas relevantes tomaran contacto directo con el ciudadano de a pie. Y seguramente en los inicios del 2.0 se consiguió en parte, como he comentado antes. Aunque no consiguieron que pasaran de ser meros vínculos débiles.
Las redes sociales, pese a tener la fuerza de romper barreras geográficas, donde tienen más fuerza, es en las distancias cortas. Herramientas como WhatsApp facilitan la comunicación, sobre todo entre usuarios que tienen una cierta proximidad. Fijaros que la mayor parte de grupos o de uso que hacemos de ella es en grupos de amigos, familiares, trabajo, colegio de los niños, etc.
Por lo tanto, es fácil pensar que gracias al principio de homofilia, aquel por el cual todos tendemos a relacionarnos y asociarnos con aquellos que son semejantes a nosotros, vamos a buscar en lo digital aquello que ya encontramos en la proximidad.
Pero pese a que sin quererlo nos encerremos en una burbuja digital, esta puede pincharse. Podemos hacer esfuerzos por ampliar nuestra perspectiva, la variedad de fuentes de información, los grupos con los que nos relacionamos. Podemos acabar engañando a los algoritmos y salir de esos entornos en los que nos hunden cada vez más.
Podemos utilizar las redes para algo más que para comunicar, también las podemos utilizar para crear comunidad. Hay que pinchar las burbujas, mirar más allá, tolerar la discrepancia de opiniones, cultivar vínculos débiles y cuidar los fuertes.