Vivir en una burbuja ideológica
Tras unas elecciones tenemos la oportunidad de poder ver mapas y análisis que ofrecen información sobre el voto realizado y más allá de poder ver en qué sitios ha sido un partido u otro la fuerza más votada, también nos ofrecen información sobre la burbuja ideológica que hay en cada sitio.
Las elecciones del martes en Madrid han venido a confirmar, en mayor o menor medida, los sondeos previos. Que Ayuso se había ganado el interés del electorado ya lo comentamos el viernes pasado. Y el resto de resultados no han hecho más que confirmar todo lo que encuesta tras encuesta se había venido pronosticando estas últimas semanas.
La imagen que encabeza la entrega de hoy de CluPad es una captura del mapa interactivo generado por El Confidencial para poder ver qué se ha votado calle a calle. El mapa dispone de diferentes opciones de visualización que lo hacen interesante. Por defecto muestra la fuerza más votada y visualiza un gran manto azul (representando al PP) con algunas pequeñas islas de color verde pálido (Más Madrid) y de rojo (PSOE).
Viendo el mapa se puede llegar a pensar que todos lo que viven en Madrid votan al PP.
Un mapa que cambia completamente si escogemos la opción de mostrar la segunda fuerza más votada. Quizá no haya tanta burbuja ideológica como se podría pensar en un momento dado.
O incluso escoger que muestre la visualización por bloques (izquierda – derecha).
Queda claro que la distribución ideológica del voto responde a unos patrones geográficos y que la geografía electoral tiene su importancia a la hora de preparar una estrategia de cara a unas votaciones.
El análisis geográfico electoral también nos sirve para poder hacer comparativas históricas y poder entender que la geografía tiene un impacto importante en la distribución ideológica.
Las estructuras heredadas de los medios de producción, de los niveles de educación, de la distribución de la riqueza, el tamaño de las poblaciones y su religiosidad entre otros factores llegan a determinar la predominancia de una ideología en un determinado territorio.
Esa agrupación del voto por territorio es algo que se hace evidente mirando casi cualquier mapa de resultados. Podemos ver ciertos patrones y sobre todo zonas de influencia.
Estas distribuciones se suelen mantener en lo que respecta a los bloques, aunque siempre hay cambios respecto del trasvase de votos de unas fuerzas a otras.
¿Vivimos en una burbuja ideológica?
Por lo que podemos ver en los mapas, dependiendo de donde vivamos podemos estar más o menos inmersos en una burbuja ideológica. Es interesante al análisis y visualizaciones que ha hecho The New York Times teniendo en cuenta el voto en función del voto emitido en un determinado lugar para determinar si un votante está o no viviendo en una burbuja ideológica.
Llegados a este punto, la pregunta que me hago es si las burbujas generadas en Internet también tienen un patrón geográfico. Quiero decir, si la burbuja ideológica territorial define la burbuja digital en la que nos incorporamos. Yo pienso que sí.
Las redes sociales, pese a tener la fuerza de romper barreras geográficas, donde tienen más fuerza es en las distancias cortas. Herramientas como WhatsApp facilitan la comunicación y la generación de comunidades, sobre todo entre usuarios que tienen una cierta proximidad. Fijaros que la mayor parte de grupos o de uso que hacemos de ella es en grupos de amigos, familiares, trabajo, colegio de los niños, etc.
Por lo tanto, es fácil pensar que gracias al principio de homofilia, aquel por el cual todos tendemos a relacionarnos y asociarnos con aquellos que son semejantes a nosotros, vamos a buscar en lo digital aquello que ya encontramos en el territorio.
Estas burbujas que se refuerzan tienen características diferentes.
La digital puede pincharse. Podemos hacer esfuerzos por ampliar nuestra perspectiva, la variedad de fuentes de información, los grupos con los que nos relacionamos. Podemos acabar engañando a los algoritmos y salir de esos entornos en los que nos hunden cada vez más.
Pero la burbuja territorial ya es otra cosa. Sentirse parte de un grupo, de un ámbito geográfico es una necesidad psicológica básica y esencial para el desarrollo de las personas. Un pueblo, una nacionalidad, un barrio, una ciudad nos hacen sentirnos parte de algo, de una comunidad. Pero también lo que puede llegar a representar estos espacios geográficos como un equipo de fútbol.
El sentimiento de pertenencia está muy ligado a la identidad del lugar donde se vive y al que se dice pertenecer, donde se establecen las interrelaciones culturales y se tienen las experiencias más significativas. Estos sitios vividos, con sus características, configuran la identidad de las personas, que le acaban otorgando valores de arraigo positivos (topofílicos) o negativos y de rechazo (topofóbicos)… En la escala local, generalmente se explican por experiencias personales o socioafectivas y por aspectos funcionales de territorio, y en escalas supralocales por cuestiones ideológicas, históricas o lingüísticas.
Si sumamos el efecto BandWagon o efecto arrastre por el que nos dejaríamos llevar por el grupo ya tenemos algunos factores que pueden explicarnos el porqué de la configuración de burbujas ideológicas en el territorio.
Pero a pesar del territorio y de Internet, que estemos o no en una burbuja ideológica depende exclusivamente de nosotros.
Para comprobar si estáis en una, no hace falta mirar mapas electorales.
Pensar en las personas que os rodean y en la afinidad ideológica que tenéis con ellas. Pensar en la intensidad de las relaciones, en como varían basándonos en factores como el ideológico.
Reflexionar en el porqué están ahí, sobre todo en los que están por vosotros lo habéis elegido. En porque los queréis y por qué son vuestros amigos.
Pensar que les hace merecedores de que los quieras tener a tu lado.
Y si no hay coincidencia ideológica con ellos, es que no estáis en una burbuja ideológica.